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La fidelidad de Dios

Estudios Bíblicos

Estudios Bíblicos Prédica de Hoy: La fidelidad de Dios

Texto Bíblico Principal: Tu misericordia, oh SEÑOR, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el firmamento.” Salmo 36:5

Tema: La Fidelidad de Dios en un Mundo Frágil

Introducción

En febrero de 2023, los terremotos en Turquía y Siria nos recordaron lo frágil que es la vida. En cuestión de segundos, edificios que habían resistido durante décadas colapsaron, dejando miles de víctimas. Pero entre tantas imágenes de dolor, una historia se destacó. Un niño de 5 años de edad, después de estar atrapado bajo los escombros durante 192 horas (aproximadamente 8 días), relató algo extraordinario: “Una persona vestida de blanco me alimentó y luego desapareció.

Detengámonos aquí un momento. Imagina la escena: un niño pequeño, atrapado bajo los escombros de un edificio, en total oscuridad, sin comida ni agua, sobreviviendo contra toda lógica. ¿Quién podría haber sido esa persona vestida de blanco? Aunque no podamos saberlo con certeza, ¿no es razonable pensar que fue Dios mismo, o uno de Sus ángeles, enviando ayuda cuando todo parecía perdido?

Esta historia nos invita a reflexionar en algo que puede transformar nuestra perspectiva: la fidelidad de Dios no se limita a nuestras circunstancias visibles. Incluso en medio del caos, Él sigue presente, guiándonos, cuidándonos y sosteniéndonos.

El Salmo 36:5 describe esta fidelidad de forma poética y poderosa: “Tu misericordia, oh SEÑOR, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el firmamento.” Al igual que los cielos que cubren toda la tierra, la fidelidad de Dios no tiene límites.

La Fidelidad Contrasta con Nuestra Realidad

Si miramos a nuestro alrededor, vemos cómo la fidelidad parece ser algo cada vez más escaso en nuestro mundo:

  • Empresas tecnológicas, que prometieron estabilidad, dejaron a miles de trabajadores desempleados en 2023.
  • Gobiernos alrededor del mundo abandonan compromisos tras ser elegidos.
  • Incluso en nuestras propias relaciones, ¿cuántas veces hemos experimentado la decepción de promesas no cumplidas?

La fidelidad humana, por naturaleza, es frágil. Cambia con las circunstancias, y a menudo depende de lo que ganemos o perdamos. Pero aquí está lo asombroso: Dios no es como nosotros. Su fidelidad no cambia. Es constante, segura, e independiente de nuestras acciones o del caos que nos rodea.

Imaginemos al salmista escribiendo estas palabras. Probablemente fue David, quien conoció la fidelidad de Dios en momentos críticos de su vida. David sabía lo que era enfrentarse a gigantes como Goliat y lo que era huir por su vida mientras Saúl lo perseguía. Pero también sabía que, en cada circunstancia, Dios nunca lo abandonó. La fidelidad de Dios no era para David un concepto abstracto; era una experiencia viva y real.

¿Y tú? ¿Recuerdas momentos en los que has sentido la fidelidad de Dios, incluso cuando parecía que todo estaba perdido?

La Naturaleza como Testigo de Su Fidelidad

Cuando el salmista compara la fidelidad de Dios con los cielos, nos está llamando a contemplar algo visible y constante. Piensa en las estrellas. Se mantienen en su lugar, funcionando con una precisión que podemos calcular siglos por adelantado. O en los ciclos de las estaciones, que nunca fallan. Cada amanecer, cada estación y cada estrella son testigos silenciosos de un Dios que sostiene el universo con Su fidelidad.

El Señor lo expresó de una forma aún más personal: “Mirad las aves del cielo… vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Si Dios cuida de las aves y sostiene las galaxias, ¿cómo no será fiel con nosotros, Sus hijos?

Una Fidelidad que Transforma Nuestra Vida

Este Salmo no es solo un recordatorio poético; es una verdad que tiene el poder de cambiar nuestra perspectiva. Habla de una fidelidad que:

  • Nos sostiene en los momentos más oscuros.
  • Nos asegura que Dios cumple cada una de Sus promesas.
  • Nos da paz cuando el mundo parece caótico e incierto.

En este estudio bíblico, exploraremos tres áreas donde la fidelidad de Dios se manifiesta claramente:

  • En la creación que nos rodea.
  • En la historia de Su pueblo a lo largo de las Escrituras.
  • En nuestras vidas personales hoy.

Mi oración es que, al reflexionar en Su fidelidad, encuentres consuelo, fortaleza y esperanza. Porque la fidelidad de Dios no depende de nosotros. Es tan grande como los cielos, tan segura como el amanecer, y tan constante como Su amor eterno.

I. La fidelidad de Dios en la creación

Cuando miramos la creación, todo lo que nos rodea nos habla de la fidelidad de Dios. Desde el primer día, cuando Él dijo: “Sea la luz” (Génesis 1:3), hasta este mismo momento, la tierra subsiste porque Él la sostiene. No es casualidad. Es el reflejo de un Creador que no solo da vida, sino que también la sustenta.

El salmista lo expresó de forma clara: “De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste.” (Salmo 119:90)

Pero aquí está la pregunta: ¿qué significa este testimonio visible de Su fidelidad para nuestras vidas? Para responder, consideremos tres aspectos: el orden en la creación, Su provisión diaria, y la invitación a confiar en Él.

a. El orden en la creación refleja su carácter

Desde el principio, Dios estableció un diseño perfecto para el universo. En Génesis 1:14, Él separó el día de la noche y estableció las estaciones: “Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sean por señales, y para las estaciones, para días y años.

Imagina lo que esto significaba para los antiguos. En un mundo sin relojes ni tecnología avanzada, las estaciones y los movimientos del sol y las estrellas marcaban el ritmo de la vida. Era un recordatorio constante de que el universo no es caótico; está gobernado por un Dios fiel y constante.

Jeremías 33:25 refuerza esta idea cuando dijo: “Si no existiere mi pacto con el día y la noche, si no hubiera puesto yo las leyes del cielo y de la tierra…

En otras palabras, Dios no solo creó el cosmos; Él lo mantiene funcionando con precisión. Las estrellas que guían a los navegantes, las lluvias que llegan en su tiempo, y las estaciones que aseguran la cosecha son testigos silenciosos de Su fidelidad.

Ahora pensemos en esto: si Él cuida de los detalles más grandes del universo, cómo no cuidará también de nuestras vidas?

b. La provisión diaria: maná en el desierto

La fidelidad de Dios no es solo evidente en el cosmos; también se manifiesta en nuestras necesidades diarias. Uno de los ejemplos más asombrosos de esto es el maná que proveyó al pueblo de Israel durante su travesía en el desierto. Éxodo 16:35 dice: “Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada.

Piensa por un momento en lo que esto implicaba. Israel estaba en un desierto donde no había agua ni comida. No había tiendas donde comprar ni campos para cultivar. Su única opción era depender de la fidelidad de Dios. Pero aquí está lo interesante: el maná no podía guardarse para el día siguiente. Desaparecía al amanecer, obligando al pueblo a confiar en Dios cada día, no en sus propios recursos.

Jesús, siglos después, conectó este milagro con Su obra redentora, diciendo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre.” (Juan 6:35) Así como el maná sustentó a los israelitas, Él es nuestro sustento eterno. Su fidelidad no solo nos provee lo que necesitamos físicamente, sino también lo que necesitamos espiritualmente.

c. La creación como invitación a confiar

Ahora, levantemos la vista al cielo. El profeta Isaías nos invita a reflexionar diciéndonos: “Levantad en alto vuestros ojos y mirad quién creó estas cosas; Él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres. Ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza.” (Isaías 40:26)

Qué imagen tan poderosa. Cada estrella tiene un lugar, y ninguna falta. ¿No te da consuelo saber que el mismo Dios que cuida de las estrellas también cuida de ti? Y no es solo el cielo. La lluvia que llega a su tiempo es otro recordatorio de Su fidelidad. En Isaías 55:10-11, Él compara Su palabra con la lluvia que nunca vuelve vacía, sino que cumple Su propósito. Así es Su fidelidad: inquebrantable, suficiente, y perfecta.

La creación nos enseña que Dios es fiel en todo lo que hace. Pero Su fidelidad no se limita a lo que podemos observar en la naturaleza. Ahora exploraremos cómo esa fidelidad se ha manifestado a lo largo de la historia de Su pueblo, desde los patriarcas hasta el cumplimiento de Sus promesas en Cristo.

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